Definitivamente el bullying es un problema que no pasa desapercibido, ya que en las agresiones hacia la persona son por parte de un colectivo de personas y la víctima por lo regular está sola.
El malestar de una persona que es víctima de acoso escolar puede manifestarse de múltiples formas: menor rendimiento escolar, consumo de alcohol y/o drogas, enfermedades psicosomáticas (por ejemplo, siente dolor de estómago o cabeza cuando está a punto de llegar a la escuela), cambio en actitudes y comportamiento (se irrita con facilidad, pocas veces se le ve feliz, no concilia el sueño, tiene pesadillas, se orina en la cama, lastima a sus hermanos o a los animales domésticos, muestra un nulo o escaso interés por las actividades escolares y recreativas, así como por los problemas de los demás, etc.).
Identificar si nuestros hijos, hermanos o amigos son acosados en sus escuelas no siempre es fácil, aquí sólo hemos dado algunos ejemplos que lamentablemente se presentan en dichas situaciones; por ello, al sentir que algo los mantiene constantemente preocupados, tristes y/o molestos, debemos dialogar al respecto; al principio quizá no recibamos una respuesta clara y contundente sobre aquello que les afecta, por ejemplo, tal vez se muestren renuentes a explicar el origen de sus heridas, ropa o artículos dañados, ante esto es necesario actuar con mucha paciencia, empatía y comprensión (no te desesperes, tampoco amenaces o manipules para que te cuenten lo sucedido, demuestra confianza en su testimonio y en sus capacidades para afrontar asertivamente tan dolorosa situación).
Para acabar con el acoso escolar es sumamente importante solidarizarse con quien es violentado, lo cual implica escucharle y no banalizar los sentimientos de culpa, inseguridad e impotencia que le han provocado las agresiones, es decir, no podemos dar cabida a un “no es para tanto” y, mucho menos, a un “son sólo bromas de niños, aguántate, ya pasará”.
¡Anímate no te quedes callado! Hablalo y aguarda al futuro.
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